Napoleón trató de establecer un reino por medio de la fuerza de su ejércitos. Lo mismo hicieron Alejandro el Grande, Julio César y otros guerreros. Jesús fundó su reino sobre el amor, y su reino aún permanece y permanecerá. Cuando lleguamos a este plano de amor, todas las cosas egoístas e indignas desaparecen, y entonces nuestra obra puede soportar el fuego de la prueba.
Por D. L. Moody
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