Si no podemos estar personalmente en la batalla,
no debemos desalentar a los que están combatiendo. Un jefe de tribu de los
escoceses cayó en la batalla de Sheriff-Muir. Cuando sus soldados vieron caer
al jefe, vacilaron un momento, dando una gran ventaja por ello al enemigo.
El viejo caudillo al ver lo que acontecía, se
incorporó y aunque la sangre manaba de sus heridas, gritó: --No estoy muerto,
hijos míos. Os estoy mirando, y espero
que cada uno cumpla con su deber. Estas palabras sirvieron de estímulo a los
soldados, llevándolos a hacer esfuerzos casi sobrehumanos. Así, cuando nuestras
fuerzas flaquean y nuestros corazones están apesadumbrados, el Capitán nos
dice: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
Por D.L. Moody
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